Yo que amé del sol
su rayo más rubio
y tuve mi jarra de agua
tan clara como el dos
o el cuatro, tan clara
como el seis o el ocho.
Yo que fui ciclón y poeta,
silvestre y enamorado,
político y moralista
que al perro llamaba perro
y al hombre injusticia.
Yo que fui el más cuerdo
de los hombres que huelen
a lata de cerveza y ahora,
ahora voy por las calles
sin amor ni herradura,
más oscuro que el uno
y el tres y el siete,
más errado que la muerte,
tan confuso que no acierto
siquiera al teclear las letras
y algunas se me olvidan,
o se parten o dividen,
o cambian de lugares,
o desaparecen...
(Batania)