sábado, 28 de noviembre de 2015

¡QUÉ BUENO!

  Es bueno alimentar el cuerpo con sólidas y líquidas viandas. Que no solo con  placeres celestiales se sacian nuestras necesidades. A la carne, carne. Sin más. Pero hay que alimentarse y mineralizarse convenientemente. Ese es el truco. Cuando para ingerir uno de esos pequeños placeres terrestres  que nos ofrece nuestra restauración nos topamos con una algarabía tal que el hecho de  disfrutar de sabores, olores e imágenes oculares se convierte en un agobio de  prisas, impaciencias y sonidos de cubiertos caídos al suelo, de platos estrellados en terrazos y baldosas;  de idas y venidas;  de extraños susurros y hasta de  malos modos..., entonces casi aconsejaría entrar en régimen.  


  Es bueno incentivar al  ciudadano para que salga de sus casas.  Para que pasee. Para que entre en comercios, bares, exposiciones, iglesias... Que se vea movimiento y así, caminando, se demostrará tal.

  Es bueno consumir para, de esta forma, despertar nuestra adormilada ciudad.  Para que se levante de una vez. Que en la piltra no se genera riqueza porque la pereza es muy traicionera.

  Es bueno salir y capacear por cosos y aledaños, aunque sepamos que nos encontraremos más tarde y podremos hablar y tratar todos los temas necesarios con calma y tranquilidad. Sin embargo, preferimos luego ir con el tiempo justo para llegar sudando al destino que desde horas antes teníamos previsto alcanzar.

  Sí, es bueno. Es bueno porque no me gusta la soledad habitual de nuestras calles todos los demás días del año. Que la quietud  es muy mala y hasta espanta...

     
Y aquí, un pequeño detalle que me gustaría comentar. ¿No podríamos tomarnos unas tapas tranquilamente, cualquier otro día del año? ¿No podríamos ir de cenas de empresas escalonadamente cualquier otro mes de año que no fuese diciembre? La buena navidad, según nuestra doctrinal educación, es la que tendríamos que vivir todos los días del año... Sí, estaría bien. Sería bueno... hasta comprar la lotería entre noviembre y diciembre, no en verano, en julio, cuando nuestro primer pensamiento tendría que estar en las vacaciones a disfrutar, en las verbenas nocturnas con sus cachondeos y borracheras  y en nuestras fiestas patronales... Sin prisas y sin agobios. Sí, sería bueno...

  Así, nos alimentaríamos mejor, cultivaríamos mejor la tierra que nos llevará, en su momento, a otros paraísos y  eternos placeres celestiales y nos veríamos, también, más guapos/as y lozanos/as.

  Sí, sería bueno e incluso, de esta forma y manera, hasta viviríamos...