miércoles, 30 de enero de 2013

CANTO A TERESA

¿Por qué volvéis a la memoria mía
tristes recuerdos del placer perdido,
a aumentar la ansiedad y la agonía
de este desierto corazón herido?

¡Ay!, que de aquellas horas de alegría
le quedó al corazón sólo un gemido,
y el llanto que al dolor los ojos niegan
lágrimas de hiel que al alma anegan.

¿Dónde volaron, ¡ay! aquellas horas
de juventud, de amor y de aventura,
regaladas de músicas sonoras,
adornadas de luz y de hermosura?


Imágenes de oro bullidoras,
sus alas de carmín y nieve pura,
al sol de mi esperanza desplegando,
posaban, ¡ay! a mi alrededor cantando...

¡Oh Teresa! ¡Oh dolor! Lágrimas mías,
¡ah!, dónde estáis que no corréis presurosas?
¿Por qué, por qué como en los mejores días,
no consoláis vosotras mis pesares?


¡Oh!, los que no sabéis las agonías
de un corazón que sufre a millares,
¡ay!, desgarrado y que ya no llora,
¡piedad, tened, de mi tormento ahora!...
(Espronceda)



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