NO ESTUVE PRESENTE,
NO REGALÉ PERECEDERAS FLORES:
ROSAS, NARDOS, JAZMINES, LIRIOS;
CRISANTEMOS, CLAVELES...
TODOS NOMBRES EFÍMEROS
COMO EL CUERPO QUE NOS ENVUELVE.
TAMPOCO SALIERON DE MIS OJOS
ESAS TIBIAS LÁGRIMAS,
ESPERADAS POR EXTRAÑOS
PARA COMENTARLAS DESPUÉS
CON ASQUEROSA Y MORDAZ INTENCIÓN.
TAN SÓLO Y, ALEJADO DE TODA APARIENCIA,
ENTREGUÉ UNA TÍMIDA FLOR,
LLAMADA SENTIMIENTO,
LLAMADA SENTIMIENTO,
SOBRE UNA REFORZADA VASIJA DE CARIÑO.
Y ME SENTÍ CONSOLADO EN MI RETRAIMIENTO,
COMPRENDIENDO LA MUNDANA PRECARIEDAD
DE TODOS AQUÉLLOS RAMOS,
LLEVADOS A SU DESTINO,
AL FIN Y AL CABO...
SOBRE TIESTOS DE TIERRA Y BARRO.
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